Este cuadro representa a una jícara que es sagrada por los dioses. La jícara es un “Xukuri”, aquí se plasma la vida. En el sacrificio de un animal se derrama la sangre sobre los hombres que recurren al camino hacia el desierto, buscando la sabiduría. La vida se simboliza desde el inicio de la vida; conformando al peyote como el nacimiento, las semillas se hacen brotar para que las serpientes indiquen su protección, y así, poder seguir caminando los peyoteros, colocando las ofrendas para que los mensajeros distingan cada lugar sagrado.