Cráneos de vaca

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Narrativas de Nierikas

Ite+ri wewiya Haramara tsie timieme - 45 x 45 cm. - 18 x 18 in.

 

  • Dimensiones: 45 x 45 cm. / 18 x 18 in. - Área impresa: 38.6 x 38.6 cm.

    Fine art print por impresión por inyección de tintas a base de pigmentos.

    Papel: Hahnemühle Photo Rag 308 g/m2.

    Garantía: arriba de 100 años en condiciones óptimas de conservación (Humedad, temperatura, rayos UV).

    Pigmentos: Tintas Epson Ultra Chrome Pro.

    Firmado y seriado por el autor. Edición limitada de 25. Para conocer más, visítanos en Arte Marakame - https://www.artemarakame.com/.

  • Esta tabla de hilo con cera, técnica de expresión plástica original del pueblo wixárika, muestra una escena muy ilustrativa de una ceremonia de ofrenda llevada a cabo en la Isla del Rey, en San Blas, Nayarit. En este lugar se encuentra la “roca blanca”, una formación rocosa a unos quinientos metros de la costa, que es considerada el hogar de Tatei Haramaara, Nuestra madre del Mar.

    Esta alteridad es rectora del agua en su acepción general; del mar, las mareas, las lagunas, lagos y en general de los cuerpos acuáticos. Sin embargo, en la tabla se aprecian otras alteridades que también tienen una relación hídrica. En las dos nubes que flanquean al Mara’akame o chamán, quien se encuentra sentado como figura central de la imagen, se ven los rostros de dos personajes que tienen características particulares. El primero a la izquierda, es un Mara’akame que podría estar presentificando a Tatei N+’ ariwame, Nuestra madre la lluvia. Se puede inferir esto por el hecho de que la nube suelta gotas de lluvia y porque bajo ella se encuentra una víbora acuática (Ku) enroscada, además del color albiazul con el que el personaje se presenta, lo que permite distinguirlo de los demás humanos en escena como alguien que no es humano.

    En el caso del personaje en la nube derecha, se puede inferir que es un Mara’akame que podría presentificar a Haik+, la serpiente de nubes. La presentificación significa que el Mara’akame en cuestión no está representando a Haik+, sino que se encuentra convertido en Haik+ mismo. De igual forma, la diferenciación cromática de su piel permite hacer la diferencia con el plano humano, y bajo ella está una serpiente de cascabel (xaye) enroscada.

    Ambos Mara’akate son presumiblemente los ayudantes o segunderos del central, con quienes éste se comunica mediante los cantos chamánicos. En medio de ellos, en la parte superior de la tabla, se encuentra el sol, con su propio rostro, flanqueado por dos águilas, y presentado con tonos también albiazules. Esto podría indicar que se trata de un sol prototípico, anterior a su nacimiento. Por ello, uno de los motivos de las ofrendas a entregar podría ser una petición para que el sol nazca en el amanecer.

    A partir de este punto, el resto de la tabla es muy figurativa, realista, salvo la representación central del fuego Tatewari con su propio rostro, en colores cálidos, rojo y naranja, rodeado por dos personajes que podrían ser la representación del humo que se convierte en nubes, así como la leña de la que se alimentan las llamas. Uno sostiene una mazorca roja, el otro está por tomar un peyote. El resto de esa imagen la completan cuatro venados (dos machos y dos hembras) que salen del fuego mismo, así como tres peyotes.

    Es importante mencionar que la mayoría de artistas del estambreado emplean los lienzos para plasmar símbolos y alteridades multifacéticas y polivalentes; máscaras que pueden ser la nariz de otro personaje, objetos animados, “líneas de poder”, estrellas que pueden ser los ojos de otra alteridad, o un juego con los fondos que permite distinguir las distintas temporalidades en las obras.

    En este caso no es así. Ángel y Nicolasa presentan una imagen que busca plasmar de forma realista a los peregrinos, hombres y mujeres, en su camino hacia el mar. El fondo delimita perfectamente la playa, el cielo y el agua del mar, dentro de la que se muestran animales marinos que buscan ser lo más realistas posible. Entre el mar y el fuego, se encuentra una jícara o xucuri.

    Alrededor del círculo se ven xucurite o jícaras con ofrendas; maíz, peyote, flechas, carne de venado, etc. En ambos lados hay plantas de maíz y peyotes en llamas. Fuera de la descripción de estos elementos simbológicos, se reitera el alto grado de realismo que se intenta dar a las imágenes, lo que sin duda vuelve de esta obra algo peculiar respecto a otros trabajos de esta categoría.

    El empleo cromático está estrictamente enfocado en representar las imágenes de forma exacta, salvo en el caso de la piel de los personajes en las nubes y del sol blanquiazul. Esto es algo que rompe totalmente con el uso ritual de los colores en las obras de arte huichol, en donde los colores juegan un papel trascendental en el mensaje final de la obra.

    Podría decirse que esta obra, inspirada en la ceremonia de ofrenda a Haramara, no es producto de una visión onírica o de un estado de trance, sino que es una pieza que da fe de las costumbres del pueblo wixárika en sus ritos y ceremonias.

    Autoría del texto: Mtro. Jorge A. Martínez Cabrera.

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