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La Peregrinación a Wirikuta

Anualmente los grupos de jicareros de los centros ceremoniales tukipa realizan su peregrinación al desierto de Wirikuta, cerca de Real de Catorce en el Estado de San Luis Potosí.

Cada uno de los peregrinos representa a una de las deidades del panteón huichol. Colectivamente buscan el peyote (Lophophora williamsii), cactácea con propiedad psicotrópicas. Lo ingerien con la finalidad de experimentar visiones sagradas y lograr la iniciación chamánica.

Aparte de dirigir los rituales y las fiestas, la tarea principal del chamán es la curación. Ésta se efectúa succionando diferentes partes del cuerpo y extrayendo piedras o semillas que representan a la enfermedad . La iniciación chamánica es un proceso que dura al menos cinco años y consiste de arduos ejercicios de austeridad y búsquedas de visiones de peyote.

Brujería

El kieri o “árbol del ciento” es una planta psicotrópica del género Solandra, cuyo uso es reservado para los chamanes más poderosos. Como es una deidad menos benévola que el peyote, los poderes del kieri también pueden emplearse para causar el mal. Por otra parte, “el árbol de viento” también concede el don de la música.

Sacrificio del toro

El sarificio ritual del toro se practica tanto entre los coras como entre los huicholes. Se dedica especialmente a Cristo, pero también a las deidades de tradición prehispánica.

Por lo general el sacrificio se realiza al amanecer; inmediatamente después se destaza al animal. Las piernas sirven para pagar a los cantadores y con el resto de la carne se prepara un caldo, que al final de la fiesta se reparte entre todos los participantes.

Cacería del venado

Entre los huicholes la cacería del venado es un requisito para la realización de cualquier fiesta o ritual importante.

La sangre de este animal sagrado es alimento para los dioses; se unta a las ofrendas así como a diversos objetos ceremoniales. Los huicholes creen que al ser buscado por cazadores que cumplen con todas las reglas de austeridad y alcanzan un estado de pureza ritual, el venado siente lástima por sus perseguidores y se entrega voluntariamente. A través de este autosacrificio se transforma en peyote.

Cuando los cazadores peregrinan al desierto de Wirikuta y comen peyote, experimentan visiones sagradas en las que ellos mismos se transforman en venados.

El sincretismo religioso

Desde la llegada de los españoles al Occidente de México, hasta la conquista del Gran Nayar en 1722, pasaron casi doscientos años. Durante este lapso, los indígenas de la región incorporaron muchos aspectos del catolicismo a su sistema religioso.

Se trató de un proceso que no fue dirigido por misioneros, y respondió a la necesidad de contar con deidades que representaran las nuevas herramientas y técnicas que habían llegado del Viejo Mundo a partir del siglo XVI.

Hasta la fecha, los indígenas del Gran Nayar veneran a Cristo principalmente como el creador del ganado, de las herramientas de metal y del dinero.

Mitos astrales

En la cosmovisión de los huicholes y los coras, el cielo nocturno, el mar y el inframundo son lo mismo, y representan la parte más antigua del universo.

Las estrellas, que habitan en el cielo, son los antepasados de la gente y de todos los demás seres vivos. Por esta razón, los chamanes observan los movimientos de los astros y conocen muchas constelaciones.

Algunas constelaciones son:

Te’ar+ka, “el alacrán” (escorpio)

Tsimanixi, Pléyades

Niweri, “la sobrina” (una mujer que da a luz en medio de un grupo de personas que observan la escena)

Irurui, “donde hay escobas” (la gente que llegó tarde)

Wakana, “el gallo” (que canta en el momento del alumbramiento, Ursa Maior)

Maxa, “el venado”

Ts+ku, “el perro” (que persigue al venado)

Xietexi, “la colmena”

Tamatsi T+pi, “Nuestro Hermano Mayor, el Colibrí”

Aina, “el cangrejo”

Meta, “el mapache” (que persigue al cangrejo)

Tunuame, “el lucero de la mañana”

Xawa, estrella que representa al dios Tatutsi Maxakwaxi (bisabuelo cola de venado)

El corazón del alacrán

Tunuame, “el lucero de la mañana” (contemplando a la mujer que da a luz)

Los antepasados petrificados

Cuando el Padre Sol salió la primera vez por el Cerro del Amanecer y subió al cielo, muchos antepasados quedaron convertidos en piedras, cerros y peñascos.

Este grupo de ancestros petrificados se localiza cerca de la ranchería huichola Las Latas, en la comunidad de Santa Catarina Cuexcomatitán, Jalisco. Los lugareños narran que en una ocasión a la “piedra de en medio” le crecieron alas y estuvo a punto de transformarse en un peligroso monstruo, pero Xurawe Tamai, el Joven Lucero del Alba, la derribó con un flechazo.

Esta leyenda ejemplifica los combates míticos que libran los dioses de “arriba” (el sol y sus aliados) contra los monstruos nocturnos, telúricos y acuáticos de “abajo”.

 

La Creación del mundo

Un día Nuestra Madre (la diosa de la tierra y de la luna) decidió: “Voy a hacer a los dioses para que se preocupen por el agua, para que rieguen la tierra, para que en ella crezcan árboles, zacate y yerbas.”

Los hizo de algodón crudo (un símbolo del agua) y los dejó en una laguna, allá, entre las nubes, en medio del agua. Pero los dioses no quisieron quedarse ahí y dijeron: “¡Sácanos!”.

Entonces, Nuestra Madre soltó sus cabellos, los peinó y los estiró. Los arrojó al agua y dijo a sus hijos: “¡Agárrense!”.

Así lo hicieron. Se sujetaron de los cabellos de su madre, y ella los jaló, y los sacó del agua. Así fue como los dioses subieron hacia el cenit.

Allá, Nuestra Madre los dejó para que vivan con sus nubes.

Ahora los dioses dijeron: “¿Qué vamos a hacer? Ya estamos cansados de estar colgados aquí”.

Entonces, su madre les dijo: “Busquen algo de ustedes mismos”.

Ellos tomaron algo de sí mismos que era tierra y formaron una bolita. Entonces, ella le dijo al niño, Nuestro Hermano Mayor: “Ahí pon tus flechas, ponlas cruzadas, una encima de la otra”.

El niño colocó sus flechas en las direcciones norte – sur y este – oeste. Las amarró en medio con un nudo. Ella se arrancó un mechón de cabello y lo tejió como un “ojo de dios”, a manera de una espiral, alrededor de las flechas. Una vez que hubo terminado, tomó la tierra, la colocó encima del tejido y les ordenó a los dioses: “Párense encima de esto”.

Se pararon ahí y empezaron a pisarlo con los pies. Así, lo estiraron mucho hasta que terminaron. “Está bien”, dijo Nuestra Madre, “Aquí van a quedarse”. (Versión abreviada).

 

Fuente: Museo Nacional de Antropología.

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