Vemos la representación del inicio de la vida para darse a conocer el descubrimiento de los lugares. Aquí inicia la búsqueda de los cuatro puntos cardinales. Nuestra abuela de la tierra apareció para salvar la vida de la oscuridad en uno de los tiempos en donde era un lugar donde solo se escuchan las voces de los dioses. Ahí aparece la mujer que pide a los dioses la protección de los mensajeros que buscarán su lugar y las semillas para sembrarlas, para que después de caminar por noches solo se guiaban dejando sus huellas, uniendo su sabiduría en ella se refleja un rostro que les decía que se tiraran las semillas para que naciera la milpa, con ella buscar las demás ofrendas; igual la jícara donde se guardan las, nuestros antepasados pueden guardar su alma en en Ririki.
Los peregrinos son elegidos tocándoles el corazón, el canto de un Marakame abre esos portales hacia el sueño donde habla al llegar al desierto donde se encuentra el venado que se ofrenda. Su alma cae sobre el peyote donde se mantiene por más tiempo. Los peregrinos se cansan de caminar sin saber que ya se recorrió todos los lugares sagrados donde dejaron sus huellas y su alma. Ahí el águila cubre el alma de las del inframundo. Sobre la flecha salen las voces del inicio de la ceremonia del tambor, donde todas las familias se reúnen como agradecimiento danzando alrededor del fuego.